n la Inglaterra del siglo XIX, en una sociedad en la que el papel de la mujer estaba muy delimitado, vieron la luz de este mundo por vez primera las hermanas Brontë: Charlotte, Emily y Anne. Criadas en el seno de una familia irlandesa que practicaba la religión anglicana, las tres hermanas se propusieron, desde un primer momento, luchar contra su tiempo y dedicarse a la literatura, un campo vetado por aquel entonces a las mujeres. Las hermanas Brontë tuvieron que enfrentarse a un entorno hostil, lleno de privaciones tanto materiales como morales, adelantándose a su tiempo con el inicio una lucha que años después sería ganada. Fueron novelistas cuyas obras transcendieron la época victoriana para convertirse en clásicas. Jane Eyre (1847), Cumbres Borrascosas(1847) y Agnes Grey (1847), las tres obras más famosas de estas hermanas, fueron criticadas duramente en la época, pero no porque fueran malas o carecieran de interés, sino porque a la mujer no se le atribuía la capacidad de destacar en el arte. Rompieron los moldes estéticos de su época, pues su producción literaria presenta considerables diferencias con respecto a las principales directrices de la literatura victoriana, cuyas corrientes narrativas básicas eran la crítica de costumbres y el idealismo satírico. Las Brontë forjan en sus obras —cada hermana con matices diferentes— un mundo propio que hunde sus raíces en la tradición.
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