Charles Pierre Baudelaire (9 de abril de 1821 – 31 de agosto de 1867) fue un poeta, crítico de arte y traductor francés. Verlaine, creador del término, lo incluyó en el grupo de los poetas malditos, debido a su vida de bohemia y excesos, y a la visión del mal que impregna su obra. Fue el poeta de mayor impacto en el simbolismo francés.
Las Flores del Mal (1957) , la obra máxima de Baudelaire, abarca casi la totalidad de su producción poética desde 1840 hasta la fecha de su primera publicación. En su primera edición tuvo problemas con la censura francesa y tuvo que eliminar (por obscenos) algunos de sus poemas, ya que eran de contenido lésbico.
En este libro Baudelaire se centra en la descripción del mal, en la apología de lo satánico y en el tratamiento del hombre como ser miserable y perverso y poseedor del cuerpo como instrumento para todo tipo de vicios. Baudelaire expone la teoría de las correspondencias y, sobre todo, la concepción del poeta moderno como un ser maldito, rechazado por la sociedad burguesa, a cuyos valores se opone. El poeta se entrega al vicio (a la prostitución y la droga), pero sólo consigue el Tedio (spleen, como se decía en la época), al mismo tiempo que anhela la belleza y nuevos espacios (“El viaje”). Esta obra es la “conciencia del mal”. Nace así el malditismo, la búsqueda de la autodestrucción, la inmolación del artista como víctima.
Durante toda su vida Baudelaire siguió aumentando Les fleurs du mal, cuya tercera y definitiva edición apareció en diciembre de 1868 —algo más de un año tras la muerte de su autor. Poemas como Lesbos, Los gatos, La cabellera o Don Juan en los Infiernos —entre tantísimos— cantan la arrogancia dandi del maldito, su hipersensibilidad, su distinguido amor por lo raro, su espiritual sed de lujuria, su ansia de derrocar tabúes para llegar a un mundo perfecto, sensual y lujoso, sin clero y sin policía.
Baudelaire divide el libro en siete partes, introducidas por el famoso Poema al lector. Las otras partes son : Espleen e ideal, Cuadros parisinos, El vino, Flores del mal y Rebelión, con una conclusión final: La Muerte. Tenía la obsesión de que el público no considerara su libro como una mera recopilación de poemas, sino que quería que lo consideraran como un «libro completo» con un principio y un fin.
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CORRESPONDENCIAS
La Natura es un templo donde vividos pilares
Dejan, a veces, brotar confusas palabras; El hombre pasa a través de bosques de símbolos que lo observan con miradas familiares. Como prolongados ecos que de lejos se confunden En una tenebrosa y profunda unidad, Vasta como la noche y como la claridad, Los perfumes, los colores y los sonidos se responden. Hay perfumes frescos como carnes de niños, Suaves cual los oboes, verdes como las praderas, Y otros, corrompidos, ricos y triunfantes, Que tienen la expansión de cosas infinitas, Como el ámbar, el almizcle, el benjuí y el incienso, Que cantan los transportes del espíritu y de los sentidos. |
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